domingo, junio 14, 2009

Apología a la vida eterna: la monotonía del Edén

Es extraña la coincidencia, este extraño déjà vu no deja de perseguirme ni en los erráticos rumbos de mis sueños. Me siento atrapado en este jardín del Edén que sé que no merezco. Siento que soy, sin siquiera quererlo, quien desde hace ya muchísimo tiempo era; mucho antes de despertar realmente, mucho antes de alimentarme con manzanas nada prohibidas, mucho antes de consumir aquel último porro hace ya tantísimos días; días, que se han ido consumiendo, como aquella tagarnina de marihuana que ahora sólo deambula entre pasillos oscuros, junto a los demás recuerdos que hoy my mind quiere olvidar, así como olvidados están los demás días de porros, mujeres y alcohol en aquel mundo escabroso lleno de mayúsculas y minúsculas ideas.

La noche es siempre silenciosa aquí, en mi jardín del Edén. Silenciosa e impregnada de soledad, la misma que se disipa al llegar la mañana, cuando despierto buscando al sol con la mirada, y éste me saluda sonriente, entregándome sus rayos como recompensa por un día más de vida. Camino solo, desnudo, ocultando mi sexo entre los arbustos, simulando vergüenza frente a seres extraños que no me interesan, seres que quizá realmente no existen acá, pues nunca los he visto; más menudas veces he sentido su presencia, como la de aquel déjà vu, que vive entre mis sueños por las noches, y se esconde entre los matorrales en el día. Quisiera saber qué quiere decirme, si es que quiere decirme algo. Quisiera olvidar y a la vez recordar. Olvidar aquel mundo perdido donde habitan recuerdos que no quiero recordar, y a la vez, recordar aquel mundo perdido de recuerdos que no recuerdo, pero que necesito recordar. Soy un ser complicado, y la mayor parte del tiempo vivo solo y confundido, lo sé… Creo que es más que evidente.

Los días son un círculo vicioso de hacerlo todo sin realmente hacer nada. Camino, me alimento, siento vergüenza, busco la sombra o las huellas del atormentador de mis sueños entre los matorrales. Los recuerdos de aquel mundo de ideas mayúsculas y minúsculas a menudo vuelven a mi cerebro, que aún debe estar invadido por rezagos de skunk, que era el Dios en aquel extraño mundo del pasado, que algo tiene que ver con aquel déjà vu que no deja de perseguirme, como escribí al comienzo, ni siquiera en mis sueños. Mi vida es solitaria y los días son interminables y las noches insuficientes; aunque a veces es todo lo contrario, a excepción de la soledad, pues sólo dejo de estar solo cuando me saludan los rayos del sol. Mi cerebro da muchas vueltas, y mientras intento comprender los recuerdos que no recuerdo, me siento agotado, perdido, dormitado. Así vivo, si es que a esto se le puede llamar vivir; aunque sea en el jardín del Edén. Desearía descansar más tiempo; pero el sol me despierta, con sus rayos de “buenos días, recuérdame, y olvida lo demás”.

El alimento es infinito, aquí en este jardín que sé que no merezco. Todos los días, miles de árboles, me proveen de manzanas en cantidades industriales; pero, nada es suficiente, todo es soledad y recuerdos, soledad en las noches, y recuerdos que no recuerdo ahora, de día, pues de noche tengo el presentimiento que lo recuerdo todo, pero al llegar la mañana es como si los cálidos rayos del sol hicieran que todo lo olvide. Cada mañana es la misma historia, como si los días no transcurrieran. Todo es una monotonía. Esto no es una queja, pero es que realmente no sé cómo llegué acá, o desde cuando estoy viviendo en este jardín del Edén, pues si cada día es igual, ¿realmente transcurren los días? Creo que nunca lo sabré, e iré olvidando mi ser, como olvidé a aquella última tagarnina que se consumió con el pasar de los días, que sí recuerdo, que envuelven a aquellos recuerdos que no recuerdo, pero que sí recuerdo; más no sé por qué sólo cuando duermo, o por qué es que presiento esto.

Estoy cansado de existir en este jardín del Edén, sé que no lo merezco, pero no sé quien es Dios en este mundo solitario, extraño e inquieto. Quiero saber por qué me persiguen recuerdos de algo que no recuerdo, quiero saber por qué son erráticos los senderos de mis sueños, y por qué ahí comprendo, lo que olvido cuando me despiertan los cálidos rayos del sol en las mañanas. Es una extraña coincidencia, ¿por qué siento atormentados mis sueños y a la vez puede que ahí comprenda lo que no puedo comprender de día? Soy un ser complicado, y la mayor parte del tiempo vivo confundido, lo sé y ahora no sé qué pensar. No sé cómo vivir sin ser atormentado por este ser que nunca he visto, pero que siento cuando actuó nuevamente siguiendo las mismas reglas de todos los días. El cálido sol, caminar, la vergüenza, manzanas, recuerdos de tagarninas, recuerdos que no recuerdo, dormir, recordar, volver a despertar, olvidar, y nuevamente lo mismo, todo se repite, una y mil veces, y no sé por qué. Me siento atrapado en este jardín del Edén que no merezco, o quizá lo merezco, porque quizá no es el jardín del Edén, quizá es un castigo por un mundo ulterior lleno de drogas, mujeres y alcohol, quizá Dios existió alguna vez y no era el skunk, quizá esté pagando algo por lo cual no merezca vivir; pero, por más que he buscando, escapando ligeramente a la rutina, no encuentro con qué dejar de vivir en medio de este mundo de arbustos que denomino jardín del Edén, donde todo se repite, una y mil veces, donde hay un déjà vu escondido en alguna parte, de mis sueños o de los matorrales, y me está buscando, no sé para qué, sólo sé que mi existencia se consume como la tagarnina de marihuana de hace tantísimos días, y no puedo hacer nada para evitarlo, pues todo se repite, todo en esta existencia ruin...

Soy un ser complicado, eso lo sé.

Es extraña la coincidencia, este extraño déjà vu no deja de perseguirme ni en los erráticos rumbos de mis sueños…

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