
– Jamás debiste haberme hablado así… –gritó– En castigo, no te contaré lo que dijo Lourdes ayer de ti.
– ¿En castigo? ¿Me castigas tú a mí? –cerró la puerta con fuerza y se acercó a ella- Pues yo te castigo también. Nunca más te acompañaré al banco. Te jodiste –dibujó una sonrisa en su rostro–.
– Crees que no acompañarme al banco es un castigo. ¡Qué risa me das! –ella hizo una risa escandalosa y fingida– Pues yo no te volveré a seguir la corriente cuando hablas… ni te prestaré esa falsa atención que tanto te gusta. ¡Tú te jodiste! –se relamió los labios, en señal de victoria–.
– ¡Qué, es una competencia o qué chucha! –viró hacia la derecha, mirando hacia la puerta y dándole la espalda a ella– Si es así, yo no vuelvo a ir a tu casa ni a dirigirte la palabra…
– ¿Serías capaz? –se acercó y le sujetó fortísimo, como escena de novela mexicana–.
– Sí, y tú lo sabes… –lacónico–.
– Pues sabes que… –tomó un poco de aire y se alejó un poco de él– ¡Te cagaste! –pensó unos breves momentos, que para él fueron eternos– Si tú haces eso, en castigo, voy a seguir siempre contigo, y me enamoraré perdidamente de ti, y haré que tú también te enamores de mí –finiquitó señalándole con el dedo índice, aunque él no la veía–.
Él echó a reír lento y despacio. Se acercó un poco más a la puerta, dio vuelta, y mirándola fijamente… le dijo:
– ¡Qué crees, que ya ganaste! –hizo una pausa dramática– Pues yo, haré lo mismo y también me enamoraré de ti; y encima, seré muy feliz contigo… –sus ojos estaban incendiados– ¡Ahora qué vas a decir! –continuaba mirando el rostro aturdido de ella y dibujó una segunda sonrisa en su rostro–.
2 comentarios:
Y si mejor se empiezan por torturar sexualmente por ejemplo que ella le chupe la pinga muy rapido y que se la muerda. O que él le haga una sopirri mientras le va metiendo algo. Sería algo mas sugerente creo.
Tonto y tonta
jojojó
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